“Pájaro de
mal agüero en mi casa, yo no lo quiero…” este es el estribillo de una popular
canción interpretada por el tenor Jesús Sevillano con el Quinteto Contrapunto.
En el imaginario popular un “pájaro de mal agüero” es un mensajero de malos presagios
con respecto a un tema o asunto, por ello, nadie quiere a un ave con tal
atributo en su entorno “ni que cante como un jilguero, ni que parezca canario”.
No quiero
ser tan desdeñado volador, pero me embarga el escepticismo sobre resultados favorables en la búsqueda de
una convivencia política de paz en Venezuela en el contexto del nuevo llamado
de diálogo a la oposición, efectuado por el ejecutivo con la mediación de los
expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos de España, República
Dominicana y Panamá respectivamente, con el auspicio de la Unasur. Tal incertidumbre
obedece a la claridad de los mensajes de voceros opositores al desconocer a
estos actores internacionales. Su retórica esclarece que solo desea dialogar en
un espacio que garantice la satisfacción de su deseo de lograr una intervención
contra el país y dar al traste con el chavismo y la Revolución Bolivariana. La
OEA pareciera ser el instrumento ideal, por ello insisten pese al fracaso
reciente con Almagro; la iglesia católica ¿no sé? La oposición, me parece, solo
hacía un “aguaje” cuando aceptaron la invitación de La Unasur, y luego, estratégicamente
dar un paso atrás.
Desgraciadamente,
y pese a que el gobierno venezolano insiste en dialogar, no le veo futuro,
porque la oposición siempre encontrará la fórmula para evitarlo. Diálogo no
habrá. En el peor de los casos, la MUD aspira ir a las elecciones regionales con
la incertidumbre en la población por la escasez de alimentos y en general el
descalabro de la economía. Insisten en el revocatorio como arenga para acudir,
nuevamente, al expediente de la violencia e incentivar su verdadero fin:
provocar la intervención del país de los organismos multilaterales
internacionales, llámese OEA, ONU y, si fuese posible, la OTAN. Por ello,
¿diálogo? “nanay, nanay”, así lo creo, pese a correr el riesgo de ser tildado
de “pájaro de mal agüero”.
Jesús Ramón González
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